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Romper con los patrones generacionales

La mayoría de las personas que desean ser un mejor papá o mamá, o al menos hacer las cosas distintas a cómo las vivieron en la infancia, en algún momento u otro de sus vidas se remontan a uno o más recuerdos de su propia infancia. Ese recuerdo les funciona como una inspiración o motivo para hacer las cosas distintas comparado con cómo las vivieron, todo en búsqueda de ser la mejor mamá o el mejor papá del mundo. Seamos honestos, incluso los mejores papás o mamás en la historia han cometido errores. Al final del día somos seres humanos y equivocarse es parte de nuestro crecimiento y experiencia de vida.

 

La mayoría de las veces, perpetuamos comportamientos o patrones inconscientemente que incluso no nos gustaron vivir durante nuestra infancia. Es por eso que la introspección, el trabajo personal y trabajar la conciencia como un músculo más son herramientas claves en nuestro desarrollo personal. 

Hay ocasiones en las que pasamos de generación en generación algo llamado trauma intergeneracional. Cada persona responde y reacciona al trauma de manera distinta, muchas veces esta reacción es influenciada por situaciones que vivimos o observamos durante la infancia y la adolescencia. Y es por eso que es muy probable que quienes tienen hijos pasen esta información de manera inconsciente. Hoy, la ciencia reconoce que cómo lidiamos con el trauma, nuestros procesos y mecanismos de adaptación si se pasan de generación en generación. Y así es como se da el trauma intergeneracional.

Nuestras respuestas, ya sean gritar, llorar, aislarnos, enojarnos, usualmente fueron extraídas de situaciones vividas durante la infancia. Estas respuestas se desarrollaron como mecanismos para sobrevivir en la niñez y como una forma para protegerte a ti misma.  El ciclo se puede llegar a convertir en un problema cuando te encuentras intentando resolver los conflictos en tu dinámica familiar como adulto de la misma forma. Incluso se da en las situaciones más pequeñas como aprender a administrar la frustración o resolver conflictos de cualquier tipo. Un ejemplo se da en adultos que han desarrollado evadir conflictos en su totalidad que aprendieron de sus padres en situaciones donde la respuesta común era “en esta casa no hablamos de emociones negativas” evadiendo hablar de emociones que son etiquetadas como malas o no bien vistas tales como el enojo, la tristeza, o la frustración.

El primer paso para romper el ciclo es crear conciencia, observar cuando respondemos o reaccionamos a alguna situación que nos saca de nuestra zona de confort. El poder de la observación es clave para que empieces a identificar mejor este tipo de situaciones. Segundo, aprender a desarrollar una comunicación clara y asertiva te permitirá aprender cómo expresar tus emociones de una forma que te sientas segura de ti y el espacio en el que decides expresarte. Como siempre, si te encuentras con problemas para avanzar acude a tu red de apoyo o a terapia para salir adelante.

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