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La vida también es dificultad

Aprender a aceptar que la vida también está formada por dificultades te permite a saber manejarlas y enfrentarlas mejor. Uno de los peligros del “positive thinking” es crear la ilusión de que en la vida no hay problemas o bien que sí los hay y minimizar la situación o en el peor de los casos, evadirla.

Cuando aprendamos a aceptar que nada es temporal, a vivir en la impermanencia, aceptar que hay etapas y temporadas para todo, creamos el espacio necesario para tener presente que podemos aprender y crecer de los conflictos y dificultades que nos presenta la vida. Pelearnos con los problemas o las dificultades simplemente crea una experiencia mucho más pesada y difícil de afrontar. 

No todas las dificultades son iguales ni se viven de la misma forma. Sin embargo, resistir la dificultad crea una actitud de evasión ante el problema. Por eso, aceptar la dificultad te puede brindar un punto de partida y claridad para enfocar tu energía en cómo sí puedes entonces solucionar la situación en la que te encuentras. La próxima vez que te encuentres en un momento difícil, te invito a preguntarte y revisar qué está sintiendo tu cuerpo. Observa cómo tu cuerpo está absorbiendo las emociones de estrés, ansiedad o enojo. Nombra lo que sientes y revisa si notas algún cambio al hacer conciencia de cómo se siente tu cuerpo. Así como los pensamientos van y vienen, las emociones también. 

Después, crea una conversación contigo mismo donde te des permiso de reconocer que estás enfrentando una situación adversa. Hablar contigo te ayuda a recuperar tu centro, y concentrarte en el presente en lugar de acelerar tus pensamientos a escenarios imaginarios mucho más catastróficos. 

Las personas día con día enfrentamos momentos difíciles sin embargo también estamos diseñadas para resolverlas, para salir adelante, para adaptarnos y sobrevivir. Como dice Glennon Doyle “Podemos resolver cosas difíciles”. La próxima vez que te encuentres en una situación adversa recuerda que tú también tienes la capacidad de salir adelante. 

La mayoría de las veces, perpetuamos comportamientos o patrones inconscientemente que incluso no nos gustaron vivir durante nuestra infancia. Es por eso que la introspección, el trabajo personal y trabajar la conciencia como un músculo más son herramientas claves en nuestro desarrollo personal. 

Hay ocasiones en las que pasamos de generación en generación algo llamado trauma intergeneracional. Cada persona responde y reacciona al trauma de manera distinta, muchas veces esta reacción es influenciada por situaciones que vivimos o observamos durante la infancia y la adolescencia. Y es por eso que es muy probable que quienes tienen hijos pasen esta información de manera inconsciente. Hoy, la ciencia reconoce que cómo lidiamos con el trauma, nuestros procesos y mecanismos de adaptación si se pasan de generación en generación. Y así es como se da el trauma intergeneracional.

Nuestras respuestas, ya sean gritar, llorar, aislarnos, enojarnos, usualmente fueron extraídas de situaciones vividas durante la infancia. Estas respuestas se desarrollaron como mecanismos para sobrevivir en la niñez y como una forma para protegerte a ti misma.  El ciclo se puede llegar a convertir en un problema cuando te encuentras intentando resolver los conflictos en tu dinámica familiar como adulto de la misma forma. Incluso se da en las situaciones más pequeñas como aprender a administrar la frustración o resolver conflictos de cualquier tipo. Un ejemplo se da en adultos que han desarrollado evadir conflictos en su totalidad que aprendieron de sus padres en situaciones donde la respuesta común era “en esta casa no hablamos de emociones negativas” evadiendo hablar de emociones que son etiquetadas como malas o no bien vistas tales como el enojo, la tristeza, o la frustración.

El primer paso para romper el ciclo es crear conciencia, observar cuando respondemos o reaccionamos a alguna situación que nos saca de nuestra zona de confort. El poder de la observación es clave para que empieces a identificar mejor este tipo de situaciones. Segundo, aprender a desarrollar una comunicación clara y asertiva te permitirá aprender cómo expresar tus emociones de una forma que te sientas segura de ti y el espacio en el que decides expresarte. Como siempre, si te encuentras con problemas para avanzar acude a tu red de apoyo o a terapia para salir adelante.

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